MIGAKO

El bloque de viviendas donde está situado este piso de Deusto data de los años 60 y, como era habitual entonces, la superficie estaba muy compartimentada, las estancias muy desordenadas y la luminosidad no era ninguna prioridad. Aspectos todos ellos que, con la llegada de los nuevos propietarios y la reforma integral que llevamos a cabo desde el estudio, han quedado solo para el recuerdo, puesto que la vivienda se derribó completamente.

La distribución ha cambiado notablemente, consiguiendo las actuales 2 habitaciones (una de ellas en suite) y un tercer espacio más versátil que sirve de estudio/vestidor/dormitorio, además de una zona de día abierta y comunicada con la cocina, que se trasladó a su actual emplazamiento para poder estar junto al salón. Para ello, hubo que prestar especial atención a las bajantes, y utilizando una bomba de impulsión con conductos ocultos en el falso techo, se pudo hacer la evacuación de las aguas grises generadas en la cocina.

Pero lo más llamativo del proyecto son algunas de las soluciones que hemos aportado –tanto técnicas como decorativas– en diferentes espacios y que le otorgan al piso la personalidad que desprende nada más entrar.

Algunas de ellas se visualizan, precisamente, desde la misma entrada. Por ejemplo, la pared curva que hay junto al recibidor, ayuda a evitar la agresividad que genera un ángulo de 90º, suavizando ese avance de tabique. Otra solución se encuentra en el propio pasillo, dividido en dos, donde se ha optado por utilizar las formas y colores para evitar la cinética creada por un pasillo recto. La primera parte se presenta en blanco, y más al fondo en un color verdoso para suavizar las líneas, bajo una bóveda de cañón. El pasillo también consigue ser más luminoso, gracias la luz natural del salón y la cocina que se filtra por las puertas acristaladas, de vidrio  impreso, para preservar la intimidad.

En la zona de día se juega con la altura de los techos; más alto en el salón para ganar perspectiva vertical, y en el comedor, más bajo, para una mayor sensación de recogimiento, además de permitir la ubicación del equipo de aire acondicionado. No se ve, pero también hemos implementado un aislante acústico en este espacio para evitar el ruido del ascensor. Entre el salón-comedor y la cocina se decidió abrir una original ventana y un arco de paso alineado en altura para tener comunicación física y visual, ambos revestidos en Krion negro, y agrupados siguiendo una línea horizontal en el mismo material que enmarcan el frente del televisor.

Sin lugar a dudas, la cocina es una de las estancias donde hemos hecho uso de un recurso que nos gusta mucho como es el color, para enfatizar espacios, y el de zonificar utilizando diferentes pavimentos, destacando que el mobiliario de la cocina está perfectamente encajado en la línea que marca ese cambio del material en el suelo. El tono maquillaje elegido hace más amable la zona de trabajo en la cocina, un tono que se extrae de la baldosa hidráulica que simula una alfombra.

En general, el tono predominante es el blanco para potenciar la sensación de luminosidad, pero el color se cuela en otras estancias, como el ocre en el baño del hijo (en paredes, puerta y techo), con la intención de estimular y dar alegría a una estancia relativamente neutra.

En el dormitorio principal, hemos optado por otros recursos. Al pie de la cama, se ha fabricado ‘ex profeso’ un mueble separador de suelo a techo, con la puerta de paso al vestidor/estudio diseñada igual a la puerta del armario, en simetría, con la idea de que quede oculto. Asimismo, y siguiendo el mismo revestimiento del cabecero, la puerta de acceso al baño se mimetiza al estar cubierta por dicho revestimiento y a la misma altura.

En todo el proyecto se ha buscado que la vivienda ganara en luminosidad, optimizando la natural que entra desde la terraza a la zona de día. Y a efectos de luz técnica, ésta se ha utilizado para iluminar zonas de almacenamiento (columnas, armarios…), además de trabajar una iluminación por reflexión, es decir, de rebote de luz.